Un modelo segregador donde se mira a inversores extranjeros y negocios privados mientras las vecinas de nuestros barrios ven imposible tener un techo o abrir un negocio por unos precios inalcanzables
Cuando los muros gritan «queremos envejecer en nuestros barrios» se
está poniendo sobre la mesa que faltan medios y recursos para tener un
proyecto de vida digno en nuestros barrios, que nos vemos obligadas a
salir de la ciudad porque nuestros derechos no están garantizados.
No
es una novedad que Donostia mantiene unos precios desorbitados en la
vivienda, tanto en compra como en alquiler. Y que esos precios van más
allá del «marco incomparable». Los últimos datos de la encuesta del
mercado del alquiler (EMA) que lleva a cabo el Gobierno Vasco y que han
sido publicados este verano evidencian que entre 2020 y 2021 el precio
del alquiler ha subido en todos los barrios de la ciudad hasta situar a
Donostia entre las ciudades del Estado con el precio más alto de la
vivienda. El portal de venta de inmuebles ‘Idealista’ publica que la
evolución interanual entre junio del pasado año y de este año el
incremento en el precio de la vivienda en venta en la ciudad ha crecido
por encima del 4,5%, alcanzando la media de la ciudad su máximo
histórico en 5.082 euros el metro cuadrado.
Ante este panorama,
el gobierno de Goia no solo no ha adquirido compromisos para frenar esta
escalada sin control de los precios, sino que con muchas de las
decisiones políticas que ha tomado en los últimos años ha resultado ser
el principal valedor para que la situación resulte insostenible. Esas
decisiones han ido desde la aprobación de expedientes urbanísticos sin
el porcentaje de vivienda protegida necesaria para satisfacer las
demandas y necesidades sociales hasta la puesta en bandeja de plata a
grandes inversores para hacer de la ciudad un complejo residencial de
lujo, cuando no, un gran resort hotelero para satisfacer el
negocio de unos pocos frente a las necesidades sociales de una mayoría.
Un modelo, en definitiva, segregador donde se mira a inversores
extranjeros y negocios privados mientras las vecinas de nuestros barrios
ven imposible tener un techo o abrir un negocio por unos precios
inalcanzables.
Y es aquí donde hay que poner el foco. No solo
Goia ignora las necesidades de las vecinas sino que ha puesto la
locomotora para cumplir un papel servil ante los poderosos. Quieren una
ciudad de postal, un marco incomparable, explotando los recursos
naturales, haciendo de todo un negocio y dando la espalda a la
ciudadanía. Para ello, les da igual acabar con el medio natural, véase
el ejemplo de la piscina de olas en Antondegi, o perder suelo público
para negocios privados como es el caso de la nueva sede de una
universidad privada en Manteo. Ambos ejemplos muestran cómo el gobierno
de Goia se muestra servil ante los poderosos e implacable frente a los
más vulnerables. Para ello les da igual cargarse espacios naturales que
son parte de un cinturón verde para la ciudad o islas verdes en el
entramado urbano, en barrios como el de Gros que, entre otras cosas, es
el barrio más denso de la ciudad. Todo ello, en un contexto, no
olvidemos, de emergencia climática.
Esta ciudad para la high class
que pone alfombra roja al Hilton destruyendo el patrimonio urbanístico,
en concreto, el cinematógrafo más antiguo del Estado, responde a una
ciudad convertida en un objeto de mercado, medida en función de la
rentabilidad, en función de que se pueda hacer caja de ella, con un
gobierno que ha decidido ser el consejo de administración de una
sociedad donde recortar servicios públicos y derechos básicos, dando la
espalda a las más vulnerables, ignorando las necesidades de los barrios
periféricos, esos barrios que no salen en la foto.
Por eso es el
momento de poner sobre la mesa la propuesta de un decrecimiento
turístico. Pero cuando hablamos de decrecimiento, a la concejala de
Turismo se le ponen los pelos de punta. Una se pregunta si en ese
momento habla como empresaria del sector o como servidora pública. De un
modo u otro, queremos dejar bien claro que, cuando hablamos de
decrecimiento turístico, estamos hablando de mejorar la calidad de vida
de la mayoría social trabajadora, de las clases populares y de las más
vulnerables. Porque decrecimiento turístico significa dejar de presionar
sobre el precio de la vivienda, recuperando viviendas para vivir,
acabando con procesos especulativos que han hecho de la vivienda un
negocio que han impedido a las donostiarras acceder a una vivienda, que
les han impedido contar con un derecho básico. Cuando hablamos de
decrecimiento turístico hablamos de acabar con un proceso de elitización
de la ciudad que provoca un incremento en los precios no solo de
viviendas, sino de locales en los que poner un pequeño negocio porque,
como pirañas, grandes grupos comerciales corporativos han aterrizado en
la ciudad provocando el cierre de cientos de comercios. Goia y su
gobierno fomentan un modelo de consumo y de producción que explota a
trabajadores, que facilita la ampliación de centros comerciales en el
extrarradio. El gobierno de Goia es quien está provocando que la clase
trabajadora donostiarra sea expulsada de la ciudad. Son ellos los que
defienden un modelo de ciudad que rompe con la cohesión social. Una
ciudad elitista, segregadora, destructora del medio natural, al servicio
de intereses privados. Debemos construir la alternativa que permita
otro modelo de ciudad, al servicio de la mayoría social trabajadora, en
el que se garanticen sus derechos básicos, con unos servicios públicos
de calidad y sin dejar a nadie atrás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario